Dieta
Según los diferentes estudios realizados en el nivel
mundial, en 95 % de los casos de obesidad, esta es motivada por una ingestión
exagerada de alimentos (tipo exógena), factores estrechamente vinculados con
hábitos de vida tempranamente adquiridos y no trasmitidos genéticamente, sino
aprendidos y solamente 5 % es de origen endocrino- metabólico (tipo endógena).
Para reducir el peso inducido por esta alimentación
excesiva, a lo largo de los años se han elaborado diferentes dietas, todas
tienen en común la reducción de alimentos, algunas en alimentos específicos, otras
en alimentos combinados, lo cierto es que cuando se deja de comer se baja de
peso. Sin embargo algunas son nocivas para la salud. Se han utilizado así,
dietas de ayuno, dietas muy bajas en calorías (ayuno modificado ahorrador de
proteína), dietas líquidas proteicas y dietas cetogénicas.
Desde hace 2 ó 3 décadas, el consumo de dietas ricas en
fibras dietéticas ha adquirido una importancia creciente para la salud,
asimismo, algunas enfermedades como la obesidad han sido relacionadas con el
pobre consumo de fibras. Los posibles mecanismos mediante los cuales la fibra
puede contribuir al tratamiento de la obesidad son la reducción de la densidad
calórica de los alimentos, un efecto temprano de plenitud gástrica y su ligera
acción de reducir la eficacia de la absorción intestinal.
El individuo ha interiorizado, en muchas ocasiones desde
pequeño, un hábito nutricional erróneo basado en el consumo excesivo de energía
vacía o se encuentra en un medio social o laboral en el cual no solo se le
propicia el acceso a la comida, sino que además el comer constituye una
actividad social importante y distintiva. En otras condiciones se producen
factores psicológicos como la ansiedad, tensiones de trabajo, familiares,
amorosas o de cualquier tipo que lleven a estos individuos a comer
descontroladamente y esto motiva un aumento de peso, que por otra parte provoca
que a la ansiedad original se le sume la ansiedad de no poder controlar el
peso. Estos factores psicosociales condicionan el hábito o estilo de vida característico
de muchos obesos.
Los beneficios fundamentales que el ejercicio físico regular
ofrece sobre la salud son:
Incrementa el funcionamiento del sistema cardiovascular y
respiratorio para mejorar la perfusión tisular y por ende el aporte de oxígeno
y nutrientes a los tejidos.
Opera cambios en la mente del hombre hacia direcciones más
positivas independientemente de cualquier efecto curativo. Un programa de
ejercicio adecuado fortalece la psiquis humana.
Aumenta la circulación cerebral, lo que hace al individuo
más despierto y alerta, y mejora los procesos del pensamiento.
Prolonga el tiempo socialmente útil del hombre así como al
mejorar su capacidad física muscular eleva sus niveles productivos, por lo que
retarda los cambios de la vejez.
Asegura una mayor capacidad de trabajo y ayuda
al aseguramiento de la longevidad.
Lo importante no obstante, constituye el lograr al igual que
en la dieta, modificaciones en el estilo de vida sedentario que predomina en
estas personas, lograr el hábito de la práctica sistemática del deporte y la
actividad física, lograr cambios en la mente del obeso que lo hagan preferir el
uso de la actividad muscular al de los medios tecnológicos que la sustituyen;
caminar, correr, bailar, trabajar físicamente, deben ser actividades realizadas
diaria y placenteramente para lograr el éxito definitivo del tratamiento.
De acuerdo con lo antes planteado se puede concluir lo
siguiente:
En la obesidad, ciertos estilos de vida incorporados en
ocasiones desde la infancia o adquiridos en el adulto bajo la influencia de
condiciones psico-socio-culturales, constituyen el factor culminante en la
aparición de la enfermedad y su modificación, objetivo supremo del tratamiento.
La actividad humana entremezcla procesos biológicos,
psíquicos, y es la obesidad un trastorno del equilibrio salud-enfermedad que
ejemplifica al máximo la interacción de estos 3 sistemas.
Estilos de vida caracterizados por la ingesta excesiva de
alimentos y actividad física sedentaria favorecen la aparición de la obesidad,
por lo que la dieta y el ejercicio físico sistemático constituyen pilares
fundamentales del tratamiento, pero solo fructifican si se logran cambios
radicales en el estilo de vida que motivó la patología.
La relación dinámica y democrática entre el médico y el
obeso, así como la comprensión, el apoyo y la participación de los familiares
en el tratamiento son factores cardinales en la terapéutica de la obesidad.
Referencias:
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